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Esculturas "indias" y la exaltación del nacionalismo en Venezuela

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      A pesar del tratamiento algo impropio hacia los materiales arqueológicos y etnográficos indígenas en Venezuela, en las primeras décadas del siglo XX se comenzaría a  gestar entre algunos círculos de artistas e intelectuales del país cierta atracción  hacia ellos, insuflado por el enfoque nacionalista y la noción de raza cósmica en  boga dentro del pensamiento continental americano.       Con certeza, los relatos de los textos de Indias y de los llamados naturalistas de los tiempos monárquico y republicano, así como las formas estéticas  de las piezas arqueológicas recuperadas, sirvieron de base para la creación de  obras artísticas y literarias que, de manera controversial, con el tiempo alcanzaron relevancia patrimonial. De esta manera se elaboraron algunas obras hoy icónicas, como la Estatua del Indio Guaicaipuro de Andrés Pérez Mujica (en el original Indio Combatiente, 1906), ubicada en 1927 en la plaza homónima en la ciudad de Los Teques; la Plaza Tacarigua en los predios de

Los monolitos de las serpientes de Vigirima

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         Dentro del conjunto de manifestaciones del arte rupestre ubicados en el valle del río Vigirima, se encuentra uno notable que merece especial atención. Sus características particulares entre todos los materiales rupestres le otorgan la doble condición de petroglifo y monumento megalítico. Tal exclusividad sería extensible a toda la región tacarigüense, acrecentada por el halo de presunciones que rodean su existencia dentro del paisaje cultural y natural vigirimeño. Se trata de los llamados Monolitos de las Serpientes , ubicados en el sitio con arte rupestre La Manga [1] , en el sector homónimo de Vigirima. En efecto, con el término Monolitos de las Serpientes se hace referencia a un par de bloques rocosos situados paralelamente uno al lado del otro, de forma horizontal y a ras de suelo. Por su apariencia, dan la impresión de haber sido trabajados para otorgarles una estructura particular. Uno de ellos, el más prominente, ostenta una forma prismática, cuadrangular y alargada,

Comunidades con arte rupestre e imaginarios populares

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Las particularidades representacionales que se expresan en comunidades con arte rupestre son producto de matices surgidos de la recepción, convergencia, traducción y recreación en el tiempo de referentes culturales que influyeron y siguen influyendo en los resultados de proyectos elitistas de construcción identitaria nacional. Lo dicho por Julio César Salas en la segunda década del siglo XX ilustraría estas diacronías, mostrando la recreación de creencias religiosas amerindias imbricadas entre cultos marianos y otras advocaciones a santos católicos:     Y ni aun católicos resultaron los pobres indios, no obstante su evangelización interesada; sus viejos cultos permanecen aún latentes a través de las centurias, y el fetichismo e idolatría ancestral americana revive en estas vírgenes milagrosas de Guadalupe, Chinquinquirá [sic], en el Santo Cristo de la Grita y en la multitud de santos milagrosos y aun nuevas advocaciones, como la de la Mano Poderosa, […] Sí, los indios no son católico

Jenny de Tallenay y su paso por las tierras del lago de Valencia

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        Resulta conveniente advertir la breve reseña que Jenny de Tallenay hizo del sitio con arte rupestre Piedra los Pilones , durante su paso y estancia alrededor de 1880 por los pueblos ubicados en la orilla norte del lago de Valencia. Su testimonio incluye un excelente dibujo, siendo éste el primer documento gráfico conocido sobre el arte rupestre de la cuenca del lago de Valencia, disponible sólo en la primera edición en francés de sus apuntes de viaje (Tallenay, 1884: 281). Se trata de una peña donde se ubican por lo menos quince oquedades de diferentes diámetros y profundidad, representando un caso único en las manifestaciones rupestres de la región tacarigüense. Se ubica en el actual poblado de Mariara, en el cauce del río homónimo, cercana a las orillas del lago de Valencia por la falda oeste de la península La Cabrera. Sobre ella, Tallenay escribiría lo siguiente:   …nos dirigimos a pie, guiados por un negrito, a campo traviesa, en búsqueda de la “piedra de los indios”, un

Los proto-arawak y la producción de arte rupestre de la región Tacarigüense

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        La colonización proto-arawak de la cuenca del lago de Valencia (región Tacarigüense, centro-norte de Venezuela) alrededor del año 300 d.C., marcaría el punto de consolidación de un sistema  basado en relaciones de interdependencia y complementariedad. En efecto, l as comunidades surgidas de este devenir histórico, conocidas arqueológicamente como barrancoides del centro, saladoides costeros y ocumaroides,  manteniendo sus propias identidades étnicas,  habrían sido capaces de apuntalar  una unidad social (o lo que algunos autores llaman una comunidad de cultura o esfera de interacción), con atributos suficientes para la negociación de aspectos vitales para su reproducción biológica y social, tanto intra como interregional. En este escenario de reciprocidad, los sitios con arte rupestre de la región posiblemente formaron parte de la organización del espacio vivido proto-arawak, constituyendo puntos de referencia del paisaje socialmente compartido. La producción de nuevos espaci